Horacio Laitano- Ludovico y sus anteojos
Ludovico y sus anteojos
Ludovico se empeña en quitarse los anteojos, a pesar de las palabras de su madre.
-¿No ves que tu miopía se traslada al movimiento? Pedazo de sedosa superficie que se pega y se despega a toda hora.
-¡Ay madre querida!... – exclama Ludovico, apoyado sobre el borde de la mesa-. Si sigues insistiendo, tendré que actuar en consecuencia. Arrancarte el guardapolvo de maestra y arrojarlo al brasero de la casa. Allí donde crepitan manías y desmanes que terminan por quemarnos la cabeza.
-No seas imprudente... Ya sabemos lo que pasa en este barrio. Los vecinos que ayer nos invitaban, ahora se cruzan de vereda. Nos miran de reojo y sonríen con malicia como si fuera a ocurrir un accidente.
-Es posible... –sentencia Ludovico-. Es posible que se cansen de escrutarnos y empiece a remorderles la conciencia.
(de La reuniòn de los ausentes,Botella al Mar,2012)