Sebastián Jorgi, El hombre araña en Constitución Palace

In memoriam, R.W.

Minicuento de Sebastián Jorgi

He cruzado la Plaza Constitución y me dirijo a la estación de trenes del Ferrocarril Roca. Es una tarde gris, plomiza. Garúa. Y si el cielo no se ha puesto a llorar como dice el tango, descarga sus lágrimas sobre todo el lugar. De pronto lo veo. Sobre las paredes del hotel Constitución Palace trepa como si fuera… ¡el hombre araña! La voz de un chiquillo que cruza con su mamá la plaza grita:

Mami, mami, mirá allá arriba, el hombre araña.

La mujer sonríe con cierta sorna. Yo miro otra vez hacia las paredes y ventanas del Constitución Palace. Sí, es él. La mujer mira y limpia sus anteojos porque no lo puede creer. ¿Qué está pasando allá arriba?

¿No es cierto, señor, que es el hombre araña?

Le tenía que decir que sí.

Sí, niño.

Se va a caer.

Pero, ¿qué hace ese hombre?

Está disfrazado del hombre araña.

Corre y trepa, veloz, hacia arriba. De repente, se detiene y baja por una de las ventanas. Se mete adentro de alguna habitación. Supe – o intuí – lo que pasaba al ver a Rodolfo, un escritor amigo, correr por la terraza del Constitución Palace. Una media docena de hombres lo seguían. Y el Hombre Araña intentaba ayudarlo. Rodolfo. Lo conocí con Juan Carlos Martini Real en ocasión de publicar Un kilo de oro. Pensé en sus cuentos de Variaciones en rojo y me fui de la juventud a la adolescencia y ala infancia. Y desde allá a este presente ignominioso de persecuciones. La niñez con El Hombre Araña y Sextos Blake y Mr. Reeder, con el Rayo Rojo y El Tony. Comprendí que debía ayudar al hombre araña y  me metí en el Constitución Palace.

Afuera, el cielo seguía llorando. Rojas, rojísimas lágrimas.